Los
cactus son un buen ejemplo de la capacidad de adaptación de la naturaleza. Las hojas
se reducen a espinas y los tallos han engordado hasta constituir enormes
reservorios de agua. Ambas cosas ayudan a la planta a soportar el aire del
desierto, y algunos cactus poseen capas protectoras de pelos blancos.
Los
cactus “erizos” son los que florecen con más facilidad. En algunos las flores
aparecen en los costados y en otros las flores aparecen sobre los brotes nuevos
en la parte alta.
También
existen los llamados cactus de selva que, son bastantes diferentes tanto en aspecto
como en necesidades. En la naturaleza viven en las ramas, no tienen espinas y
sus “hojas” son en realidad tallos crasos y aplastados. Les favorece algo de
sombra.
Los
cactus a veces son injertados en rizomas diferentes, especialmente si son
dependientes por naturaleza como sucede con los cactus epifíticos, o si no
desarrollan sus propias raíces fuertes.