domingo, 6 de diciembre de 2020

GERMINADOS (SEGUNDA PARTE)

                           

En la entrada anterior les hablé de los germinados, también llamados raíces chinas, que son alimentos vivos. Su riqueza en encimas, clorofila, aminoácidos, minerales y oligoelementos los convierte en alimentos de alto poder nutricional. El uso de semillas germinadas en la alimentación y en la medicina es muy antiguo. 3.000 años A C, el Emperador de China escribía sobre las hierbas medicinales y los fríjoles germinados, los cuales en esa época eran prescritos para muchas dolencias. Los chinos y japoneses germinaban los fríjoles de soya, mungo y la cebada como suplemento alimentario de su dieta.

Por su fácil digestión, los germinados son ideales para desintoxicarse y recuperarse de enfermedades. También son ideales para dietas hipocalóricas, ya que aportan muy pocas calorías. Son una excelente opción donde las verduras y hortalizas escasean por costo o por factores climáticos.

También les dije que los germinados se pueden producir y conservar en nuestra propia casa de forma sencilla y explico cómo hacerlo con semillas como la soya verde (mungo), alfalfa, trigo, cebada, avena calabaza, girasol, sésamo, berro y rabanito.

Pero existen dos semillas, igualmente con alto contenido nutricional, que no se pueden germinar por el mismo método. Se trata de las semillas de lino y de chía. Estas semillas cuando se remojan se cubren con un mucílago muy difícil de retirar y esto hace que las semillas se descompongan y no germinen. Para ellas el método es el siguiente:


1. Se comienza con el remojo de las semillas por aproximadamente seis horas en abundante agua que las cubra.

2. Se retiran del agua en un colador y bajo el chorro se enjuagan, tratando de retirar la mayor cantidad posible del mucílago.





3. Colocar una gaza en la parte superior de un recipiente con agua y sujetarla con una bandita de caucho. Colocar las semillas sobre la gaza y esparcirlas con el dorso de una cuchara de manera que no queden unas sobre las otras. 





4. Se dejan en un lugar cálido y oscuro manteniendo las semillas humedecidas los primeros días, hasta que las raíces puedan alcanzar el agua. Aquí podemos ver el desarrollo que alcanzan las raices.








5. Cuando los brotes tengan 2 o 3 centímetros de largo, se colocan durante 2 horas en un sitio donde les de la luz indirecta del sol, para que se forme la clorofila, favoreciendo el aumento de vitamina C.

6. Terminado el proceso de germinación, se limpian las planticas del pellejo que todavía tengan y se guardan en la nevera, bien escurridas y secas. Se conservan por varios días. Se recomienda hacer cantidades pequeñas y frecuentes para evitar que se pongan rancias.